Decir que en Segovia se puede comer muy bien parece una perogrullada, pero hay que decirlo porque es cierto. Pero no solamente se come cochinillo asado y judiones de La Granja, aunque está claro que son sus platos más conocidos, todos tenéis en mente a Cándido partiendo el asado con un plato, para demostrar lo tierno y crujiente que está. Se sigue haciendo pero el plato no se rompe en el suelo. Hay cartas muy completas, en general, para elegir sin necesidad de repetir. 

Una curiosidad. En Segovia no hay ninguna estrella Michelin, allí la restauración es de carácter más popular, no tan exclusiva como exige la guía roja. Por eso los restaurantes están a veces abarrotados, lo pudimos comprobar en este viaje. Un buen ejemplo es el que te comento hoy, un bar-restaurante con dos ambientes, en la planta baja una barra par tomar tapas y aperitivos durante todo el día y en la planta de arriba un restaurante para comer con todo lujo, pero muy asequible. Un servicio impecable, atento y muy profesional. Y una carta que no te la acabas aunque te pases en Segovia muchos días. La puedes ver aquí. Te cuento un secreto, éramos cuatro personas, tomamos tres entrantes y un principal cada uno, tuvimos que pedir que nos pusieran la mitad de los segundos para llevar de lo grandes que eran y ahora verás que pinta tenía todo. Empezando por el pan, que en Valencia llamamos fresado, pero que su nombre más extendido es el de pan candeal. Ya conocéis como es, pues de los mejores que hemos probado, aunque tomamos poco a la vista de lo que se nos venía encima.

Para aligerar un poco la comida pedimos esta ensalada de perdiz escabechada. Como ves llevaba un poco de todo y nos la terminamos en un plis plas, teníamos ganas de verde, después de tres días comiendo platos muy energéticos.

A lo que no nos resistimos fue a esta "media" ración de torreznos. Carnosos, grasos y crujientes como tiene que ser.

Tampoco pudimos resistirnos a la especialidad de la casa los Judiones de La Granja con sus sacramentos (morcilla, chorizo fresco, tocino, etc). Uno de los platos icónicos de Segovia. Habíamos probado otros y no estaban tan buenos como estos. No sé cómo estarán hechos, pero esta legumbre no produce los desagradables efectos secundarios de las demás. Puedes pedir judiones con tranquilidad.

El bacalao siempre ha sido el pescado de tierra adentro, ya que permitía una fácil conservación en salazón y se recurría a éste o a las sardinas embotadas. Aunque la forma de preparación, en éste caso, se corresponde con una receta de tierra de costa. Bacalao con salsa vizcaína y gambas. Mira que pintaza.

Seguimos con otro plato contundente que estaba realmente exquisito, de los mejores que he probado se podría decir. Rabo de toro estofado. Aunque es un plato que todos sabemos que lleva mucho hueso aquí había buenas mollas. Y encima con patatas fritas. 

Éste que ves no es un plato de tamaño normal, porque la paletilla de cordero se saldría, además va deshuesada y rellena de boletus, con salsa española y patatas panaderas. Este plato debería ser para dos, por eso tuvimos que pedir que nos pusieran la mayor parte en fiambreras desechables. Estaba exquisito pero imposible de acabar en la misma comida. ¡Además faltaba el postre!

Accedimos a tomar postre porque nos lo vendieron muy bien. Y con razón, este biscuit semifrío de higos casero con nueces, estaba rico.

Pero mejor aún estaba este ponche segoviano sobre fondo de natillas, ya que como nos anunciaron ellos lo han aligerado para que resulte menos empalagoso y más agradable de tomar. Lo lograron. Se acabó todo el plato.

La carta de vinos blancos es muy corta, lo que es algo lógico debido al tipo de carta de platos que se ofrece, aún así encontramos este Blanco Nieva 2023 de Bodegas Martúe que, aunque no es el Pie Franco, esta bastante bueno. En boca es fresco y ligero pero con volumen. Se aprecia la fruta fresca y los tonos balsámicos, con buena complejidad aromática. Hace honor a su hermano mayor. 

La segunda opción, para los platos más contundentes fue este Figuero 4 de la cosecha del 2021 pertenece a la Ribera del Duero burgalesa, tiene cuatro meses de crianza en barrica, y aunque es un reposo breve el vino está espléndido. Libera aromas de frutas rojas, notas especiadas y de regaliz completan este perfil aromático. En boca es redondo con predominante frescura de la fruta. A mí me encanta.

Cuando vuelva por Segovia seguro que vengo a comer a este restaurante.